NUESTROS JOVENES EN JMJ 2023
Saludos esperamos ir compartiendo con ustedes la experiencia de nuestros Jovenes que estan participando en esta nueva versión de la Jornada Mundial Juvenil (JMJ) con nuestro Papa Francisco.
en esta primera ocasión compartimos la entrega de todas las oraciones que se entregaron en nuestras comunidades de San Patricio y Nuestra Señora de las Nieves
VIAJE A PORTUGAL
II Domingo de Cuaresma
“CAMINANDO CON JESÚS”
A. PENSAMIENTOS PARA EL EVANGELIO DE HOY
- «En aquel milagro hubo también otra lección. Pues aparecieron, en conversación con el Señor, Moisés y Elías, es decir, la ley y los profetas. Las páginas de los dos Testamentos se apoyaban entre sí. Como dice san Juan, la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo» (San León Magno)
- «Tenemos necesidad de apartarnos en un espacio de silencio —de subir a la montaña— para reencontrarnos con nosotros mismos y percibir mejor la voz del Señor. ¡Pero no podemos quedarnos ahí! El encuentro con Dios en la oración nos impulsa nuevamente a bajar de la montaña y volver a la llanura, donde nos encontramos con muchos hermanos abrumados por fatigas, injusticias, pobreza material y espiritual» (Francisco)
- «A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro ‘comenzó a mostrar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén, y sufrir y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día’ (Mt 16,21). En este contexto se sitúa el episodio misterioso de la Transfiguración de Jesús, sobre una montaña, ante tres testigos elegidos por Él: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los vestidos de Jesús se pusieron fulgurantes como la luz, Moisés y Elías aparecieron y le ‘hablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén’ (Lc 9,31). Una nube les cubrió y se oyó una voz desde el cielo que decía: ‘Este es mi Hijo, mi elegido; escuchadle’ (Lc 9,35)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 554)
B LIBERAR LA FUERZA DEL EVANGELIO
Este relato de la «transfiguración de Jesús» fue desde el comienzo muy popular entre sus seguidores. No es un episodio más. La escena, recreada con diversos recursos de carácter simbólico, es grandiosa. Los evangelistas presentan a Jesús con el rostro resplandeciente mientras conversa con Moisés y Elías.
Los tres discípulos que lo han acompañado hasta la cumbre de la montaña quedan sobrecogidos. No saben qué pensar de todo aquello. El misterio que envuelve a Jesús es demasiado grande. Marcos dice que estaban asustados.
La escena culmina de forma extraña: «Se formó una nube que los cubrió y salió de la nube una voz: Este es mi Hijo amado; escuchadlo». El movimiento de Jesús nació escuchando su llamada. Su Palabra, recogida más tarde en cuatro pequeños escritos, fue engendrando nuevos seguidores. La Iglesia vive escuchando su Evangelio.
Este mensaje de Jesús encuentra hoy muchos obstáculos para llegar hasta los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Al abandonar la práctica religiosa, muchos han dejado de escucharlo para siempre. Ya no oirán hablar de Jesús si no es de forma casual o distraída.
Tampoco quienes se acercan a las comunidades cristianas pueden apreciar fácilmente la Palabra de Jesús. Su mensaje se pierde entre otras prácticas, costumbres y doctrinas. Es difícil captar su importancia decisiva. La fuerza liberadora de su Evangelio queda a veces bloqueada por lenguajes y comentarios ajenos a su espíritu.
Sin embargo, también hoy lo único decisivo que puede ofrecer la Iglesia a la sociedad moderna es la Buena Noticia proclamada por Jesús y su proyecto humanizador del reino de Dios. No podemos seguir reteniendo la fuerza humanizadora de su Palabra.
Hemos de hacer que corra limpia, viva y abundante por nuestras comunidades. Que llegue hasta los hogares, que la puedan conocer quienes buscan un sentido nuevo a sus vidas, que la puedan escuchar quienes viven sin esperanza.
Hemos de aprender a leer juntos el Evangelio. Familiarizarnos con los relatos evangélicos. Ponernos en contacto directo e inmediato con la Buena Noticia de Jesús. En esto hemos de gastar las energías. De aquí empezará la renovación que necesita hoy la Iglesia.
Cuando la institución eclesiástica va perdiendo el poder de atracción que ha tenido durante siglos, hemos de descubrir la atracción que tiene Jesús, el Hijo amado de Dios, para quienes buscan verdad y vida. Dentro de pocos años nos daremos cuenta de que todo nos está empujando a poner con más fidelidad su Buena Noticia en el centro del cristianismo.
José Antonio Pagola